Entonces llegó ella, la depresión
«Parece que ya vamos viendo algo de luz al final del túnel, por fin, podemos salir a la calle a pasear y hacer deporte, el sol brilla radiante, huele a primavera, pero yo… me siento muy triste, tengo ganas de llorar todo el día, no me apetece hacer nada, ni siquiera lo que tanto me gusta. Sé que no debería sentirme así, que las cosas ya están yendo a mejor, que hay que ver el vaso medio lleno, pero por más que intento no sentirme así, no puedo, no consigo cambiarlo… ¿qué me está pasando?»
Esta es la realidad de cómo se están sintiendo y pensando muchas personas durante estos días, probablemente después del estrés mantenido para adaptarse a la situación del confinamiento, comenzando las primeras semanas como si de un concurso de productividad se tratase, planificando horarios, realizando ejercicio, llevando una sobrecarga laboral, teletrabajando a la vez que conciliando con las tareas de los hijos/as, pasando por una montaña rusa emocional todo los días, sintiendo una gran incertidumbre sobre el futuro e inseguridad, y además manteniendo las exigencias laborables, familiares y personales como si todo fuera una “situación normal”, cuando no lo era (ni lo es), son factores que pueden precipitar a que una persona sufra una situación de trastorno por depresión.
Y es que los datos de diferentes estudios estiman que más del 25% de la población sufrirá diferentes estados de ansiedad patológica y alteraciones anímicas de diferente tipo, por lo que necesitarán de algún tipo de atención e intervención psicológica específica (comunicado consejo general de la psicología de España, riesgos psicológicos derivados de la pandemia).
Cuando parece que ya podremos ir retomando poco a poco nuestra vida, aunque nos toca de nuevo adaptarnos a otro cambio (llamándole “la nueva normalidad”), cuando parece que vamos a estar mejor de cómo estábamos, que pronto podremos ver a nuestros familiares y amigos/as, cuando parece que tenemos que estar todos/as contentos/as, entonces aparece ese malestar emocional y psicológico, esa profunda tristeza y apatía, que además hace sentirme culpable, porque «no debería» sentirme así.
Puede ser que esto te esté pasando a ti, si es así:
♥ Expresa cómo te sientes
Habla con alguien en quien confíes y con quien te sientas cómodo/a para hablar de tus emociones. Lo más peligroso es guardase según que pensamientos para uno mismo/a, que lo único que hacen es que tus sentimientos empeoren aún más. Si todavía no te sientes preparado/a para hablarlo con alguien, puedes comenzar escribiendo en un diario.
♥ No te juzgues ni te sientas culpable
Es lo que sientes, y está bien. Hay muchas personas que están pasando por lo mismo. Y es que, has tratado de mantenerte “en pie” durante un tiempo considerable, y te está pasando factura, ahora necesitas cuidarte. Date permiso para hacerlo.
♥ Pide ayuda profesional
Cuanto antes comiences, más fácil y rápido podrás superar esta situación. Desde Concalma Psicología podemos ayudarte.